Cap Andritxol

Como la semana pasada no se realizó la salida prevista con Jauja decidimos volver a intentarlo este sábado. Todo iba según lo previsto cuando el viernes me levanto trastabillado, dolor de cabeza y malestar son los síntomas que padezco, peligra la ruta y a media mañana le llamo para advertirle de la situación y quedamos en que confirmaría asistencia a última hora según evolución. Llega la hora fijada y parece que he mejorado por lo que me atrevo a quedar en firme, de unos y otros sé más bien poco, uno me comunica que tampoco está para muchos trotes y que si está, está y si no está, no está. El otro definitivamente no está y del grupo no sé nada porque nada han anunciado y en esas estoy cuando recibo correo de Pepe requiriendo hora y lugar. Se lo doy y quedamos en la rotonda de Cala Fornells a las nueve, para que dé tiempo a los que vienen de fuera a recogerme.

Jauja se presenta con Rubén y Jaime y no sabe que viene Pepe así que cuando intenta convencerme de cambiar la ruta alegando motivos meteorológicos tengo que decirle que hay otros invitados para zanjar el tema rápido e irnos al punto de reunión para averiguar de una vez por todas quienes seremos; pues solamente son dos, Pepefz y Torito, los demás no aparecerán, así que presentados y saludados nos ponemos en marcha siguiendo un track que me agencié ayer. Como pude comprobar la semana pasada son muchas las variantes del Puig Gros para subir hasta arriba. Hoy hemos subido por la misma del otro día pero hemos bajado hasta el Caló d'en Monjo, no está lejos de Cala Fornells y es una muy buena alternativa para darse un baño cuando toque. La subida ha sido otro cantar, ciclable en un primer momento después se convierte en un sendero rocoso que de bajada me gustaría ver a alguno por allí (montado por supuesto) y que nos deja a los pies de la torre después de un corto pateo aunque los de Llucmajor opinaran lo contrario.

Después visita turística a la punta del Cap Andritxol y sus casi doscientos metros de desnivel en vertical que literalmente impresionan. Vuelta atrás para bajar por el camino ancho de acceso a este lugar, del castillo me han dicho que ya no es teutón sino ruso, tanto da. Lo que sí he podido comprobar es porqué la valla cruza tantas veces el camino (o al revés). Simplemente es que está colocada sobre la línea divisoria entre los municipios de Calvià y Andratx, entonces es el camino el que cruza de un lado a otro, ahora bien, la pregunta es ¿qué sentido tiene poner una valla hasta el mismo precipicio del acantilado? ¿Marcar territorio? Son ganas de crearse problemas innecesarios donde nunca los había habido.

Con la ensenada de Camp de Mar a nuestros pies y desde una distancia considerable podemos apreciar la envergadura del terreno urbanizado que muchas veces no sabemos apreciar a ras de superficie. Y mira que voy veces a Camp de Mar y no me lo imaginaba tan extenso, no solamente es la urbanización del golf, hotel aparte, sino todo el desparrame monte arriba invadiendo parte de la serra de Biniorella como pudimos bien comprobar después de atravesar el campo de golf y cambiar de vertiente. Para esa zona es para lo quería el track, para no liarme por la urbanización e ir directo hacia nuestro destino, y aún así, guiados por los GPS pudimos atajar por algunos senderos para salir del asfalto y dejar de ser el blanco de algunos capullos motorizados.

El final del asfalto coincide con una barrera con unos carteles disuasorios que nos invitan a darnos la vuelta pero al estar abierta más bien pregona lo contrario y no dudamos en continuar. Ese ramal va enlazando con varias casas de la zona, la primera está desierta; entre la primera y la segunda tenemos que afrontar una subida de las de verdad, es larga y con un desnivel importante, subimos en completo silencio y concentración, nadie quería ser el primero en poner pie a tierra y se notaba pero a base de pedalear y bastante pundonor todos llegamos arriba sin penalizar.

En la segunda casa hay gente y un perrillo que nos delata pero pasamos sin problemas. En la siguiente intersección giramos a la izquierda y damos un amplio rodeo antes de llegar a la barrera de la última casa, la cuarta, sobre los mismos acantilados de Cala Llamp. Estamos desubicados y helados porque el viento ruge con fuerza ahí arriba y además no hay posibilidad alguna de bajar con lo que no nos queda más remedio que volver atrás hasta la última intersección y enfilar correctamente la bajada pero no queremos acabar sin buscar antes una alternativa al asfalto que ya se encuentra próximo, y la encontramos en forma de bonito camino de carro que nos deja en la urbanización bastantes metros más abajo.

No hay para más, el ritmo que hemos llevado ha sido tranquilo y distendido, casi de turistas, saboreando cada pedalada y memorizando cada metro de esta isla escondida que aún nos sorprende al recorrerla, y volvemos a Camp de Mar por la carretera oficial llegando en pocos minutos en contraste con lo que nos ha costado llegar por la montaña. La vuelta a Peguera es un suspiro y aún así nos da para un último recorrido en paralelo a la carretera para ponerle el broche a la ruta, ahora sólo queda hilvanar todas las puntadas para dejar una costura perfecta en forma de ruta asequible pero a la vez diferente, alejada de la alta montaña pero con una batería de ingredientes muy interesante. Para repetir.